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Creatividad Libertina

#Occupy, #Annon, #M.L....?

#Occupy, #Annon, #M.L....?

Mientras escribo estas líneas, a miles de kilómetros de mí, la policía de Nueva York cerca el campamento del colectivo autodenominado Ocupy Wall Street. Asimismo, se cumplen veinticuatro horas de que otro fenómeno de persona colectiva realizara una operación de protesta informática, ésta última aderezada con sustracción de información contenida en servidores, por parte del grupo Anonymous.

 

Lejanos escenarios en el plano físico, aún más distantes de mi prosa usual. Sin embargo, estos años de silencio, de reflexión y, sobretodo, de renegar contra mi Status Quo (no sin antes que éste renegara de mí, claro está), terminaron por sacar a relucir que éste no era sino la última ilusión que este tonto mago no daba por notar.

 

Tal descubrimiento, el asumir que no hay ceñidor, mas que el personal, me han quitado un gran peso de encima, pero también me huelgan a mirar hacia las llamadas "causas" con un poco más de seriedad que antaño.

 

En este punto es posible que el lector se pregunte si toda aquella perorata en los años prístinos de la Mascarada Libertina, no contemplaba este horizonte o, peor aún, hacía caso omiso del mismo, con la única finalidad de parecer inamovible.

 

De hecho, responder esa pregunta me ha costado más de un dolor de estómago (que parece ser la parte más sensible de mi cuerpo, en estos días de café y tabaco), y no podría, sin desplegar una cortina de  tediosas justificaciones, exponer los tumbos que este movimiento ha pasado en estos años de aparente silencio.

La respuesta breve, para fines de esta entrada, sería: “sí, pero no del todo”

 

En otra ocasión ahondaré un poco mas en aquellos avatares, mas no deseo desviar ahora la atención de los tópicos que dan título a mis letras este día.

 

Hacía no mucho, escuchar de colectividades como estas dos vertientes, no habría causado gran impacto en mí. No es el primero, ni será el último episodio en la Historia de la Humanidad, que un grupo de personas se apoltronen entre sí, para quejarse del Leviatán, y gritar consignas hacia él. No obstante, estos días me ha invadido un genuino interés por conocer las entrañas ideológicas de ese ser llamado Anonymous, y me ha resultado una afrenta revisar los reportes de presuntas armas sónicas en NYC. Ese no era el que escribía una ventosa tarde de agosto de 2008, sin embargo lo es ahora, y no puedo sino asumir que algo ha cambiado. Un retruécano en mis entrañas (quizás la causa de mi úlcera) dejó de susurrar, para exigirle al prestidigitador que hiciera una pausa en su rutina, que no era otra sino la que ya conocía con premeditación. Que no era diferente del ímpetu que se siente cuando una idea genial llega de súbito, pero de la cual sólo se conocen algunos destellos. Que no tuvo la madurez que su fundador exigía, porque carecía de tierra dónde asentarse.

Esta noche no vengo a hablar sobre Los Inconformes. No pretendo hacer apología de Anonymous, ni respaldar las consignas frente al becerro de oro, allende las fronteras.

Diré que entiendo los motivos, que comparto la desazón de años, y que si otro fuese mi destino, elevaría una pancarta, o teclearía las coordenadas dentro de un “Ion Cannon” Todas estas expresiones me parecen insignes, pero ajenas a mi camino, todavía. La senda del mago es por entre los espejos, y ahí he gestado el secreto de mi arte. Aún así, envío con fraternidad mi apoyo personal a aquellos idealistas contemporáneos, que empuñan las redes sociales y los proxies y con la misma fuerza que yo lo hago con la pluma. Mi más sincero reconocimiento a ellos.

 

Una turbulenta madrugada de noviembre, en la colectividad de una habitación con Internet…

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