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Creatividad Libertina

Nueva época

Nueva época

Cosa extraordinaria sucedió el día de hoy, amabilísimo y muy desatendido lector.

Tras una sublime pelea de box, de la cual no deseo traer a colación su infame  resultado, me doy cuenta que un viejo amigo me había enviado desde hacía un tiempo una invitación para colaborar en como redactor de su blog.

Yo, atribulado por ni siquiera poder tener decentemente este espacio personal, no supe cómo declinar, sin mencionar que ese otro sitio pretende abordar, en su nueva edición, un aspecto que me resulta tan lisonjero como provocador.

La blog en cuestión, "Toritos Culturales" es, según me refería en esta carta, un espacio de discusión que, en un principio, versaba sobre la arqueología, museos y las malogradas políticas culturales en este país donde actualmente paso mis tardes cafeteras; no así, varios sucesos en su vida lo terminaron por encausar más hacia el arte, específicamente hablando, al mercado del arte. ¡Menuda cosa!

Nunca he sido partidario de este perverso juego entre coleccionistas, galeros y artistas depredados. En parte porque mis primeras experiencias con profesionales de la especulación artística no fueron nada gratas. No obstante, los años de conocer a mi buen amigo me han hecho reflexionar sobre la posibilidad de crear un cambio en esta situación. Después de todo, ¿Qué galero de mala monta permitiría que un contestatario confeso, como lo es un servidor, publique rampante su perorata? (¡Me refiere que no tendré censura!)

Tras una breve, pero prolífica charla digital, me ha convencido de probar suerte en estos lugares. Mas no podía dejar de lado a éste, el que fue mi rincón bohemio durante los primeros años de la Mascarada Libertina, y que dejé tristemente olvidado luego de algunos desencuentros con un par de mis correligionarios.

De esta forma, anuncio, amable lector, no sólo mi regreso a las candilejas libertinas de la Internet mediante este espacio, sino también lo que serán mis primeras experiencias como crítico del arte colgado en el muro blanco.

Agradezco a mi amigo por su gentileza, y usted, lector anónimo, por la paciencia en este último año. Procuraré no defraudar a ninguno de los dos, o en su defecto, hacerlo de manera grácil y estética...

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