Blogia
Creatividad Libertina

Primer Manifiesto de la Mascarada Libertina (Final)

 

18.-No existe algo perfecto, no así perfectible, por lo que el genio buscará los medios que considere propicios para fomentar y fraguar su compulsión creativa.

 

Ahondados los puntos relativos a la naturaleza que atribuyo al espíritu creativo, la compulsión por éste, y la obra resultante de ésta última, me pronuncio por algunas consideraciones particulares respecto a la labor intrínseca del genio.

 

Una importancia especial otorgo al tema de la llamada perfección.

Asumirse genio creativo puede ser uno de los estados más alejados de la perfección, tal cual se entiende en la cotidianeidad. Un ser perfecto carece de dinamismo, no posee error o mácula alguna, sin importar el criterio ocupado para su contemplación. La perfección es un concepto teórico imposible de alcanzar o, de así hacerlo, poco importará ya otra cosa para un elemento que no puede ser mejor.

Personalmente me asumo genio, y ello implica aceptar mi perfectibilidad perpetua. No dejaré de buscar nuevas formas de conocer, sentir y expresar mi ser. He ahí el nexo entre la genialidad que señalo, y la perenne tarea de continuar mi formación.

Del mismo modo, la compulsión personal por crear debe buscar formas nuevas de expresarse, senderos desconocidos por sondear y sensaciones que enriquezcan mi espíritu. Cada obra donde dicha genialidad se plasma carece, por tanto, de perfección. Es una pieza parcial—lo repetiré al cansancio—de mi ser, y se supedita ala percepción individual, tanto de quien la ha creado, como de quien la contempla.

Al optar por la búsqueda de la libertad creativa, renuncio a toda esperanza de ser prefecto, pues la perfección solo vive mas allá de la imaginación.

 

19.-LOS Universales, entre ellos el amor, el odio y el tiempo, serán tema del genio creativo, siempre y cuando se rompa con la relación lineal de su estructura

 

En el mismo tenor de los postulados anteriores considero, por así haberlo percibido en la individualidad, que aquellos conceptos universales, como son la noción del tiempo—en su acepción cotidiana—de sentimientos como el amor o el odio, y demás universales, han sido usados habitualmente por el arte como representaciones administradas de fenómenos complejos. Dichos conceptos no pueden ser tema del genio creativo, pues apelar a ellos sería de nueva cuenta limitar la experiencia. No obstante, al consistir en elementos presentes en algún momento de nuestra experiencia individual, constituyen una importante fuente para el creador. Parte de la disciplina que he mencionado anteriormente, consistirá en lograr mostrar la faceta compulsiva de los mismos. No para deformar o satirizarlos, sino para enfatizar su carácter irracional, imposible de administrar. Al plasmar la experiencia ente ellos, su característica lineal desaparece, quedando así un vasto horizonte por sondear.

 

20.-LA experiencia sensorial emanada del contacto físico, en cualquiera de sus formas, es una de las fuentes más directas de creatividad

 

Por otro lado, existe una fuente casi inagotable de creatividad, contenida en el contacto físico. No sólo remitido a la comunión de las individualidades, sea por efecto de la emotividad, la sexualidad, o la riña sino, en sentido más orientado hacia la obra, aquel roce directo entre la creatividad del autor, y los sentidos del público que aprecia su trabajo.

No existe límite para el contacto físico, cuando éste satisface a todos los participantes. Es apelar de vuelta a la experiencia primigenia de nuestro cuerpo. Deleitarse con la cascada de sensaciones, recrearse en ellas y, ante todo, abrir las puertas al conocimiento del entrono y del otro. De esta forma la contemplación directa de la obra, significa un lazo más intenso entre el genio y el espectador, que el que pudiese existir dentro de las instituciones socializadoras y su mundo de máscaras.

 

21.-LA ambigüedad es el gran escudo del genio creativo, por lo que los heterónimos son la forma más acabada de la crítica a las instituciones.

 

Así, pasado el descubrimiento y lucha contra las máscaras individuales, el genio se yergue del torrente de experiencias; se asume egoísta y neófito en un mundo administrado; afirma su incomodidad y plasma la expresión de su libertad. Crea.

Así, se vuelve de nuevo hacia las instituciones y las encara con el rostro limpio. No precisa ya de la norma. Es un loco, un libertino que repunta entre los criterios de la sociedad. Significa un peligro para las instituciones.

Así, el genio se escabulle entre las comisuras de las reglas. Se pierde entre los rostros falsos que pululan en la colectividad. Se escuda en su propia contradicción para seguir sembrando la semilla de la duda.

Así, vuelve a encubrirse. No con una nueva convención establecida, sino con un traje de su propia inventiva. Una sátira sutil—pero cruel—de aquellas máscaras que portó involuntariamente durante tanto tiempo. Bajo el amparo de este personaje, cuya vida es mero divertimento de su genio, pero al mismo tiempo, guarda congruencia y sentimientos humanos, el creador inicia su camino hacia la liberación del espíritu. Juega con las reglas, pues está sobre de ellas. Es un Enmascarado Libertino.

 

 

Yo, Antonio Caballero, me he pronunciado hoy contra la mente y sus limitaciones. He rechazado toda convención de la que hasta ahora formaba parte involuntariamente, y que limitaba mi genialidad.

Protesto entonces contra ello, y me enmascaro burlonamente bajo el heterónimo de Dino Marconni, desde hoy, y hasta que mi espíritu dicte lo contrario.

 

 

Dino Marconni.

Ciudad de México, 20 de Agosto de 2008

 

0 comentarios